Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar

Luego de veintiún días de Paro Nacional, sin que las mesas de negociación citadas entre el Comité Nacional de Paro y el Gobierno Nacional hubiesen producido resultado alguno, Hora 20 reunió en su panel a dos participantes nacionales (Fundación Ideas para la Paz y Facultad de Economía de la Universidad Externado) y dos internacionales (provenientes de Chile y Francia). Los expertos coincidieron en que las mesas de negociación siempre deben estar conformadas por personas con representatividad, buena voluntad, que piensen en el país y no en sus intereses particulares. El hecho de tener que negociar una crisis social en medio de la violencia interna ofrece gran dificultad, como también el hecho de usar la fuerza contra manifestantes, no necesariamente para contrarrestar actos violentos. Los oyentes pudieron aproximarse a manifestaciones populares como las del movimiento estudiantil en Chile y el movimiento de los chalecos amarillos en Francia, y apreciar la presencia de estallidos sociales en periodos recientes, a nivel mundial.

El jurado del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar preferiría no declarar desierta ninguna de las categorías que participan en su convocatoria anual. Sin embargo, registra con decepción que este año no hubo, o no se presentaron, programas de opinión y análisis en video que alcanzaran el nivel de excelencia que se requiere para merecer el galardón. Ante este resultado decepcionante el jurado anima a los diferentes medios de comunicación colombianos a promover y patrocinar más programas de opinión, análisis y debate que sean útiles para que los ciudadanos reciban criterios objetivos y bien fundamentados para el análisis y la comprensión de cuanto ocurre en Colombia y en el mundo. Abrir espacios que eleven el nivel de la conversación pública es fundamental para la participación democrática informada, consciente y libre de todas las personas.

El editorial es quizá el más representativo de los géneros de opinión. Él refleja el carácter de un diario. La pieza El país de la vista gorda reúne todas las condiciones de lo que debe ser un buen editorial: revisa una situación de coyuntura al mostrar cómo un partido de fútbol en el que se dan goles insólitos ahonda en un problema crítico: el propietario de un equipo de fútbol profesional desde hace 30 años es un hombre condenado por narcotráfico y homicidio. Luz María Sierra nos enfrenta a los hechos, sin edulcorarlos; va directo a los puntos y demuestra por qué no se puede tolerar lo intolerable. La editorialista pone los puntos sobre las íes y llama la atención sobre la responsabilidad que tienen el Gobierno, la Dimayor y la Federación Colombiana de Fútbol. El jurado reconoce el valor de este escrito y su alta calidad argumentativa.

Más que una víctima, Fabiola Lalinde es un símbolo, una guía, un ejemplo y una esperanza para las madres de los desaparecidos en Colombia. Se ha enfrentado durante 30 años a fuerzas capaces de hacer desistir a cualquiera, ha sido perseguida por intentar rescatar la memoria de su hijo Luis Fernando y esclarecer la verdad sobre su muerte, ocurrida en 1984 a manos del Ejército Nacional. Ella se ha negado a responder con violencia a la violencia que ha padecido, no se ha rendido y nunca ha perdido las ganas de vivir. Esta conmovedora historia, brillantemente resumida, presenta a Fabiola en su justa dimensión, con su tenacidad y constancia sin abandonar su ternura; no se limita a narrar su persistente búsqueda y destaca su actuación ejemplar como una brillante luz en medio de la oscuridad. La originalidad en el análisis que presenta el joven periodista Tomás Uprimny es sobresaliente.

El jurado del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar no encontró entre los participantes de esta edición un trabajo que se hiciera merecedor del Premio en esta categoría. Parece haber cierta comodidad con los formatos trillados y relajamiento en los libretos. En esta ocasión se ha dejado de lado la capacidad de sorprender. Abunda el chiste fácil, la sátira sin fondo, la ligereza en el lenguaje. Peor aún, se mantienen formas propias de tiempos pasados. Hoy, como siempre, el humor exige inteligencia para hacer reír sin ofender y para dejar de una vez por todas los prejuicios y estereotipos.

Con ocasión de las pasadas elecciones presidenciales, Daniel Samper Ospina introdujo una nueva sección en su programa “NotiDanny”. La sección fue llamada @**@Tomando del pelo con los candidatos” y en ella se realizaron entrevistas con el formato peluquero - cliente en el que entrevistado y entrevistador se rotaban los papeles. En la sesión con Gustavo Petro los términos relacionados con el oficio y la situación –por ejemplo, el sentido de “echar tijera,” hacer preguntas “descabelladas,” hacer preguntas “cuchilla”– y los comportamientos asociados a los peluqueros, como el de opinar sobre cualquier tema aprovechando que el cliente está a su ‘merced’, fueron empleados con un humor fresco lleno de juegos de palabras haciendo que el entrevistado se sintiera cómodo con el formato y respondiera, también con mucho humor, a preguntas audaces, difíciles y comprometedoras, lo que permitió conocer más a fondo al candidato.

El jurado consideró que en esta edición del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en la categoría Humor – Texto, hizo falta “el fascinante chisporroteo del humor”. ¡Qué difícil hacer reír con inteligencia en un país de tantas tristezas y cuánta falta hace! Entre quienes postularon sus trabajos hubo raptos de humor que terminaron perdiéndose en los lugares comunes del chiste ligero o, peor, en la pose humorística. Desafortunadamente, solo la pose. Dada la larga tradición de periodismo humorístico en Colombia con seguridad vendrán en futuras ediciones del Premio piezas del género que con inteligencia nos hagan pensar y reír